ruido.
(Del
lat. rugĭtus).
Ruido. Eso es. Ni más ni
menos. Ruido es lo que hay que hacer. Empapar las calles, las gentes, de ruido
liberador. Una y otra vez. Hoy más que ayer, menos que mañana. Ruido. Lo
escuchamos todos los días, por la tele, por la radio, incluso los periódicos rebosan ruidos, pero no nuestro ruido. El nuestro apenas se oye, pasa desapercibido. Hace falta, más ruido.
Como siempre hay que ir a
la fuente, veamos qué dice la Real
Academia de la Lengua sobre el ruido. Sí señor, el ruido y lo que tiene que ver
con todo esto. En primer lugar, sonido inarticulado, por lo general
desagradable. Estupendo, esto es estupendo. En un momento como este, en el que
nos mean diariamente con la escusa de la lluvia, no basta con esgrimir las mil
razones que tenemos, no caben, no se escuchan. Hace falta un grito desgarrador,
vestido incluso de onomatopeya, y cuanto más desagradable mejor. De no
escuchar, por lo menos que se sienta como una patada, un puñetazo en la mesa.
Ruido. Si seguimos con la segunda definición, repercusión pública
de algún hecho, podremos observar como el ruido en estos días procede siempre
del mismo lado, y no precisamente del nuestro. Oímos, vemos, leemos escándalos
diariamente y, como no hay vestiduras ya que rasgar, pasan sin pena ni gloria
por lo que algunos equivocadamente llaman “opinión pública”.
Esto es del todo inaceptable. Más ruido es lo que hace falta, pero de nuestro
lado. En la tercera definición se habla de la interferencia que afecta a un
proceso de comunicación. Ahí es donde entra este blog, y donde debemos entrar
todos sin excepción. Más ruido. La comunicación que nos ofrecen es la
comunicación del miedo, la anticipación de la ignominia, con el objetivo de
allanar el terreno, facilitar su tarea. Es la correa de transmisión. Es lo que
hay que romper más pronto que tarde. Hay que conseguir que no se les oiga, para
que puedan empezar a oírse las mil razones que tenemos para que esto cambie y,
para eso, hay que crear una gran interferencia en su comunicación, en su
propaganda oficial, en su correa de transmisión. Hay que hacer ruido. Mucho
ruido. Hay que propagar el ruido día a día, segundo a segundo. En la calle, en
casa, en el trabajo. Este blog nace con esa única intención, propagar el ruido,
nuestro ruido. No se hace abanderado de nada, ni sigue ningún dictado. Es un
simple grito inarticulado, sin pretender ser agradable. Hemos sido espectadores
silenciosos de toda esta gran estafa de la que hemos de pagar factura. Hemos
sido mansos rebaños dirigidos al matadero sin espetar un mero por qué. Y esto
no puede continuar así. Si van a acabar con nuestra dignidad, con nuestros
resquicios de libertad, nuestros derechos y nuestro bienestar, lo menos que
podemos hacerles es la tarea desagradable. Que se arrepientan del camino
elegido. Que el ruido sea tan ensordecedor que no les quede más remedio que
escuchar.
Esta no es una tarea de
una sola persona, ni de dos. Ni de sindicatos ni de partidos. Ni siquiera del
15-M. Es una tarea de todos. De los que votan al menos malo, de los que votan
al mal conocido, de los que votan a unos para quitar a otros, de los que votan
al que creen que mejor se ajusta a lo que creen, de los que votan en blanco y
creen que sirve de castigo, de los que votan nulo y, por supuesto, de los que
no votan. Todos juntos podemos hacer un ruido realmente ensordecedor que llene todos los rincones. ¿Y por qué
hablo de votantes? Porque al final es la base de todo, a pesar de que hoy en día el voto sea un derecho a la
baja (gracias a los pocos efectos reales que tiene), es el único derecho que no
se atreverán a recortar, porque es el que los sostiene.
Que sea el ruido el que nos ayude a encontrarnos, en esta travesía por el
desierto.